lunes, octubre 29, 2012

Las dos izquierdas en la España de hoy


"Uno de los primeros mítines de la campaña fue el de Gijón. El Molinón estaba a rebosar. Fue un mitin emotivo en el que, además, se superaron los dos protagonistas principales: Luis Gómez Llorente, cabeza de la candidatura en Asturias, y Felipe González. Para mí, fue emocionante oír a Luis que era un gran orador desde muy joven. Cuando, hacía más de 15 años, hablaba en las asambleas universitarias, siempre había alguno que decía bajito: "Este será ministro". No lo ha sido, pero fue un magnífico parlamentario". (Julio Feo. Aquellos años).

No solo perduran -mutatis mutandis- aquellas dos Españas de las que habló Machado en su momento: la de charanga y pandereta, frente a la de la rabia y de la idea. También están, como hace casi cien años vaticinó Ortega, la España oficial, frente a la España real. Pero las dicotomías de este país no se quedan ahí, mire usted, porque, en el momento presente, no sería inadecuado constatar que existen dos izquierdas: la que atesora la memoria de cómo, cuándo y por qué fue concebida, frente a aquella otra amnésica, que solo repite las consignas de lo políticamente correcto, que no se sonroja por ser cortesana, ni tampoco por incurrir en folclorismos varios. Y, a día de hoy, si hubiera que nombrar a personajes paradigmáticos de estas dos izquierdas, pondría sobre el tapete dos nombres: el de Luis Gómez Llorente, que acaba de fallecer, frente a lo que representa el señor Bono, todo un virtuoso del folclorismo político y de los chascarrillos que suponen la política con minúsculas.
Así pues, las dos izquierdas. Gómez Llorente personificaba a la izquierda que el felipismo sepultó. Aquella que amaba la palabra, aquella que consideraba que la enseñanza era una herramienta fundamental para construir un país más justo y más libre. Aquella que sabía que la historia nunca podía ser arrinconada como elemento de análisis. Aquella que defendía que ética y estética no eran en modo ajenas a la hora de hacer política. De todos los discursos que Gómez Llorente pronunció en el Parlamento, habría que recuperar una intervención literal y literariamente magistral en defensa de la enseñanza pública. Más de uno se sonrojaría al compararlo con la política educativa que llevó a cabo el PSOE.
Así pues, las dos izquierdas. Cuando veo retazos de las entrevistas que le hacen a Bono a propósito de su último libro, confieso que me apoderan a partes iguales la indignación y el bochorno. Bien sabe Dios que no escribe como Azaña. Bien sabe Dios que nunca vislumbraría el político manchego el estremecedor dramatismo del género, tal como lo practicó Amiel. Aun así, las referidas carencias serían perdonables, si considerase que la política es algo más que chismorreo. Pero no va más allá. Y, ya puestos en el disparadero de los chascarrillos, ni siquiera maneja la que es quizá la herramienta más poderosa de la inteligencia: me refiero, claro está, a la ironía.
Las dos izquierdas: la que no es cortesana, la que nunca adoraría al becerro de oro, frente a esta divina izquierda animada por una farándula de pacotilla que en su día apostó por Zapatero. Las dos izquierdas, la que hizo del afán pedagógico razón de ser, convirtiendo a las sedes sindicales en grandes bibliotecas, con recursos muy limitados, frente a esta otra que considera que la tarea docente es una función bufonesca, que huye del esfuerzo y del rigor.
Las dos izquierdas, digo. Con el fallecimiento de Luis Gómez Llorente, la orfandad de quienes anhelamos una izquierda sin renuncios y renuncias es mucho mayor. Frente a ello, ahí tenemos a don José Bono haciendo folclorismo político con su libro de Memorias. De izquierdas, tiene, como otros muchos dirigentes de su partido, las siglas.
Estoy seguro de que, en el más pesimista de los supuestos, nadie se imaginó en aquellos años de esperanzas y miedos tras la muerte del dictador, que el partido fundado en su día por Pablo Iglesias acabaría por convertirse en una formación política dinástica, dando su apoyo a la última restauración borbónica impuesta por Franco. Y no sólo eso: convirtiéndose también en un partido que estrangularía la ilusión de un país que creyó en aquel cambio que tantas ilusiones concitó en el 82.
Gómez Llorente volvió al aula. Investigó y publicó. Lo que hizo la otra izquierda, sobre todo, el felipismo, bien sabido es. Y, para colmo, el relevo generacional en la política española lo protagonizó Zapatero, que flirteó, además muy poco tiempo, con la izquierda que Gómez Llorente representaba. Flirteó, digo, con una frivolidad insultante. Y ahora ahí está el PSOE, con Rubalcaba guardando el luto por el zapaterismo, sin despegar en las encuestas, porque hasta la ingenuidad del voto fiel tiene sus límites.
Las dos izquierdas, pues. La que Gómez Llorente encarnaba está más inerme que nunca. Tan inerme como cargada de razón.

Luis Arias Argüelles-Meres 15/10/2012



(comparto con vosotros esta genial reflexión de Luis Arias Argüelles-Meres sobre Goméz Llorente y las 2 Izquierdas) 

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