jueves, junio 05, 2014

40 años y seguimos igual...


La misma excusa después de casi 40 años de Monarquía Parlamentaria en España: el tema de la República no toca, no es el verdadero problema de este país. Sinceramente, ya estoy muy cansado de la misma cantinela de siempre. Es hora de decidir entre todos que país queremos ser, que igualdad nos queremos dar y si estamos dispuestos a integrar a los que piensan o se sienten diferentes.

Sabemos que en democracia las mayorías deciden y las minorías se olvidan, pero también debemos saber que los que muchos pensamos que somos minoría, en la realidad no lo somos, solo que estamos dispersos y luchamos de manera descordinada. Los cambios se realizan cuando el esfuerzo común de todos y todas luchamos con un objetivo claro. Es el momento de unir fuerzas y luchar por el futuro.

Tememos que romper el consenso de 1978 porque no nos creemos capaces de llegar en 2014 a un nuevo consenso igual o mayor. Es el miedo propio de los habitantes de la península ibérica, ese marcado sentimiento de inferioridad que se extiendo desde Cataluyna a Lisboa y desde Asturias a Cádiz. Un sentimiento acumulado durante siglos que sigue vigente en pleno sigo XXI .

La oportunidad que este lunes nos brindó el monarca saliente debemos aprovecharla, debemos construir un país nuevo y desterrar la vieja España. Un país donde los habitantes de toda la península se sientan integrados y partícipes. Es la hora de la República Federal Ibérica que ya el lucido José Saramago nos pedía a todas y todos.
Es difícil ser internacionalista en un país con tantos sentimientos nacionalistas, pero debemos empezar a mirarnos los unos a los otros y reconocernos como iguales. "Son las clases, estúpido y no las naciones" modificando la famosa frase de Clinton con respecto a la economía.

No caigamos en el discurso fácil y hagamos una reflexión amplia de lo que queremos ser. Puede que cambiando el país no solucionemos inmediatamente el problema del paro, pero debemos cambiarlo y solucionar el mayor problema del país: la corrupción. Un estado fuerte con unas instituciones fuertes y subyugadas al poder del pueblo.

Salud y República.  

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